El grande británico delega en el tenista la decisión de jugar o no si se contagia y de informar de los positivos, pero los profesionales desconocen la normativa
<p>El lunes por la noche, la organización de Wimbledon notificó el positivo por covid de Marin Cilic. A la mañana siguiente trascendió el de <a href="https://elpais.com/deportes/2022-06-28/berrettini-da-positivo-en-covid-y-se-ve-obligado-a-abandonar-wimbledon.html" target="_blank">Matteo Berrettini, uno de los candidatos a la victoria final</a> y en paralelo, Alize Cornet aseguraba en el diario <i>L’Èquipe</i> que no entendía la “psicosis” y que se podía montar una muy gorda porque durante el último Roland Garros “hubo un brote del que no habló nadie”. Añadía la francesa que “buena parte del vestuario estaba contagiado” y que cuando se descubra que varios “jugadores importantes lo tuvieron” se iba a provocar un gran “incendio”. Ahora bien, horas después y viendo el efecto que habían tenido sus declaraciones, la gala recogía cable: “Dije que ‘sospechaba’ de algunos casos, sin tener ninguna prueba. Se trataba, sobre todo, de subrayar que el virus forma ya parte de nuestras vidas y que debíamos afrontarlo. Punto y aparte”.</p><p><a href="https://elpais.com/deportes/2022-06-29/wimbledon-y-el-gran-lio-de-la-covid.html" target="_blank">Seguir leyendo</a></p>